Por Elizabeth Méndez
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. Gálatas 5.1
La libertad es algo que todas anhelamos, es gratificante escuchar cada mañana el sonido de los pájaros y su hermosa melodía. Observar como ellos se sienten en plena libertad para agradecer a ese hermoso Rey que los creo. Así debemos ser nosotras, cada mañana ser portadoras de su amor, de su libertad de su justicia. Y es que empiezas a ser libre cuando aceptas a Jesucristo en tu corazón y lo reconoces como el único que puede cambiar tu tristeza en alegría. (Juan. 8:36).
En nuestra vida espiritual vivimos atrapadas en temor, ansiedad, tristeza, mentiras, engaño, chismes… pero te digo algo: Jesucristo murió por ti y por mi, para darnos libertad de todos aquellos espíritus que nos atormentan. A Él le importa que, como mujer te sientas libre de angustias, tristezas, soledad. El venció todo esto cuando fue a la cruz. Tenemos que convencernos que Jesús vino a darnos libertad para vivir una vida plena y con propósito. (Romanos 6:22) NVI
Creemos que nuestra identidad está en Jesús, que su amor inmerecido siempre actúa en nosotras, confiar que Él es nuestra seguridad, debemos vivir con el testimonio de Él, y esa verdad nos hará realmente libre, confiar en las promesas y enfrentar la vida siempre gozosa en el Señor. (Juan 8. 32)
Les recuerdo que fuimos creadas para adorar y servir a Dios, para ser obedientes en todo, ahora servimos a Dios de manera nueva por medio del Espíritu, hemos muerto a la ley que nos limitaba y fuimos liberadas de ella. (Romanos 7:6)
Hoy Dios te dice que vivas como mujer libre, pero no uses esa libertad como excusa para hacer el mal. (1 Pedro 2.16).
La biblia nos relata la historia de una mujer llamada, María Magdalena, la cual era una mujer que vivía atormentada por siete demonios, lo bueno es que fue sanada por Jesús y desde ese momento comenzó a servir a ese ser maravilloso que la había hecho libre. (Lucas 8:2)
Vemos a una mujer que estuvo controlada por espíritus malignos y se convirtió en una mujer consumida por una completa devoción y amor por Jesús. (Gálatas. 5:1). Nosotras no pagamos el precio de nuestra libertad. Jesús apareció e hizo lo que no podíamos hacer por nuestra cuenta. Él pago la penalidad por nuestros pecados, liberándonos así de la condenación. (1 Cor. 6:20). Examina tu propia vida. ¿Pensaste alguna vez que podrías salvarte tú misma?
Como mujeres pensamos, que no necesitamos ningún cambio en nuestra vida, pero no debemos engañarnos. Porque por naturaleza todas somos pecadoras y estamos alejadas de Dios. Tu vida por muy admirable que sea, si no has tenido un encuentro con Jesucristo de manera personal, estás en una condición terrible, estás perdida y en condenación. Necesitas a Cristo como tu único y verdadero salvador. (Romanos. 3:23 24).
María Magdalena se hizo una discípula de Jesús. Durante el ministerio de Jesús, no quería perderse nada de lo que enseñaba o hacía su maestro. Fue una discípula ejemplar. Estaba tan agradecida por la libertad que Jesús le había dado, que quiso seguirle y servirle. Recuerda que somos mujeres que hemos cambiado y nos ha transformado el Señor, somos llamadas a ser sus seguidoras.
Podemos ver en la biblia que María no parece estar separada de Jesús, así debemos ser nosotras cada día, acercarnos más a él dando lo mejor, aprovechando los dones que nos dio para trabajar en su obra. Tenemos dones que Dios nos ha dado por gracia ¿Los estamos usando para servir al Señor? ¿Qué hacemos en la iglesia? ¿Nos conformamos con venir y calentar la silla? ¿Nos conformamos con darle las migajas al Señor?
Deberíamos de servirle con todo nuestro amor, nuestros dones, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestros bienes. Así como la hacía María Magdalena. Mujeres, en tiempos de paz es muy fácil seguir a Jesús, pero en tiempos de persecución es donde se prueba la verdadera fe, y se descubren quiénes son los verdaderos creyentes y quiénes no. Que seamos mujeres valientes y sigamos a Dios en todo tiempo, en tiempo de calma y en tiempo de adversidad.
María no solo se conformo con seguir a Jesús hasta la misma cruz, también quiso dar sepultura a su cuerpo; ¡cuánto le amaba! (Lucas 23:55). Vemos a una mujer fiel, fue la última en alejarse de la cruz y del sepulcro, pero fue la primera en ver y ser testigo de uno de los acontecimientos más importantes de la historia, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. (Juan. 20:11-18).
Podemos ver el gran amor de Jesús por María, como la sanó, la liberto, la transformo y la hizo una discípula suya. Fue fiel y valiente hasta el final, su compromiso fue incondicional. ¿Eres tú una verdadera discípula y seguidora de Jesús?
Ya sabemos que como mujeres fieles y siervas de Dios debemos declararnos libres de toda atadura, ser libres para amar, compartir, estar siempre gozosas dando siempre gracias por todo a nuestro Padre celestial el cual no escatimo enviar a su único hijo para darnos libertad.
Como mujeres de Dios, ya fuimos sanadas y cambiadas por su sangre preciosa, ahora debemos tener el valor de ser decididas, valientes, fieles y servirle a nuestro Señor. Oremos para que nuestras vidas sean entregadas y cambiadas por Dios de la misma manera que María la entregó a su Salvador.
Oremos: Gracias Señor por verme como esa niña de tus ojos, gracias por seguir enseñándome. Hoy sé que soy libre por ti, quiero amarte fervientemente día a día, y llevar tu cariño. Enséñame a ser como María Magdalena, a obrar bien en ti y a levantarme en tu amor eterno. En tu nombre Jesús, Amen.
Creciendo en El
1.Marca según el código de color de la biblia, los versículos de este devocional. Copia aquellos en los cuales Dios te ministro. Memoriza Gálatas 5:1.
2.¿Es tu fidelidad a Él como la de María Magdalena?
3.¿Qué piensas hacer con la libertad que Dios te dio?
4.¿Qué debería decirte tu respuesta, acerca de cuán agradecida debes estar por lo que se nos ha dado en Jesús?
5.Ora durante la semana por aquellas personas que amas y aun no son libres en Cristo Jesús. Al igual ora por aquellas áreas en que necesitas completa libertad. Cópiala en tu diario de oración, junto con los versículos que Dios te ministro.
6.Escucha la canción “Libre de Marcos San Miel”, y copia los fragmentos que más te gustaron y comparta con tu familia o amigos.
DESCARGA EL DEVOCIONAL.
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